18 de septiembre de 2010

LA DESAPARICIÓN DEL UNIVERSO - Gary R. Renard CAPÍTULO 7° - (Parte II)

LA LEY DEL PERDÓN

Pursah: Sí. Sigamos con nuestra conversación y ayudándote a despertar, aunque quizá no siempre quieras, y tal vez hablemos de algunos de tus otros sueños---dormido o despierto---más adelante. Recuerda siempre: los cuerpos son como figuras en un sueño, nada más.

Gary: Si entiendo todo esto, mi actitud debe ser la de mirar las figuras del sueño y pensar: <La culpa que pensaba que estaba en vosotras no está en vosotras; en realidad está en mí, porque sólo hay uno de nosotros, y vosotras sólo sois figuras que yo he fabricado en mi sueño.

Puedo perdonarme a mí mismo perdonándoos, y sólo perdonándoos, porque sois un símbolo de lo que hay en mi mente inconsciente. Si sois culpables, yo soy culpable, pero si sois inocentes, entonces yo soy inocente.

Entonces, a través del verdadero perdón---perdonando a <ambos> por lo que en realidad no hemos hecho---mi mente empieza a saber que es verdaderamente inocente.

Ni siquiera importa si parezco estar perdonando las mismas imágenes una y otra vez, porque puede que tengan el mismo aspecto, pero en realidad se trata de más culpabilidad que está siendo perdonada y liberada. A medida que retorna la paz, las leyes de la mente determinan que la dirección de mi mente queda determinada por el sistema de pensamiento que sigue, y, evidentemente, en realidad sólo existen dos sistemas de pensamiento, aunque parezca haber muchos.

Si hago mi trabajo de perdonar, lo que significa que perdono cualquier cosa que se presente ante mí y me moleste enormemente en un momento dado---o incluso si solamente me molesta un poco---, entonces debo de estar siguiendo el camino del Espíritu Santo y yendo hacia el Cielo. Ayudo a liberar mis imágenes para que ellas también puedan ir, aunque es el Espíritu Santo el que se encargará de ese tipo de cosas.

Pursah: Estás aprendiendo bien, querido estudiante. Por supuesto, en realidad ya estás en el Cielo, pero no lo sabes. Tu mente no es consciente de ello. En realidad nunca saliste de Dios ni el Cielo. Si la separación de Dios nunca se produjo, entonces eso tendría que ser verdad. Por eso, como registré en mi Evangelio, J dijo que el Reino de los Cielos < no vendrá por esperarlo. No se dirá: Mira aquí o mira allá. Más bien, el Reino del Padre está extendido por la tierra, y la gente no lo ve> . Como él pregunta en el Curso:

¿Por qué esperar el Cielo? Los que buscan la luz simplemente están cubriéndose los ojos. La luz ya está en ellos.

Tienes trabajo que hacer junto con el Espíritu Santo para destaparte los ojos y poner tu mente en el estado que te permita despertar del sueño y tomar conciencia de lo que realmente eres, y de donde estás en realidad. Por muy duro que pueda ser para ti creerlo en tu estado actual, todos tus ciclos de vida sólo han sido un gran, un gigantesco viaje mental donde no vas a ninguna parte. Llegar al punto de poder experimentar esa verdad requiere trabajo. Por tanto, hazlo. Piensa en perdonar. No lo digas; el perdón se practica en silencio. Haz el Curso Gary, No lo entorpezcas. No caigas en la trampa de pensar que simplemente con rezar a Dios todo será color de rosa. Eso es un mito. El Curso dice de las palabras <quiero la paz de Dios> :

Decir estas palabras no es nada. Pero decirlas de corazón lo es todo.

Y más adelante, en la misma lección del Libro de Ejercicios:

Desear la paz de Dios de todo corazón es renunciar a todos los sueños.

Así, no demuestras que quieres la paz de Dios con palabras, sino con tu perdón. Si verdaderamente quieres desenchufarte del planeta psicótico, tienes que hacer tu trabajo de perdón que, como acabas de decir, implica practicar el verdadero perdón del Curso con cualquier cosa que surja ante ti en cualquier momento dado. Éstas son las lecciones que el Espíritu Santo quiere que aprendas.

No siempre las harás perfectamente, ni siquiera bien. A veces tendrás que dejarlas para más adelante. No hay problema; un recuerdo es una imagen tan real como cualquier otra. Todas son lo mismo. Perdónalos y sé libre, y al mismo tiempo salva al mundo. Durante nuestra primera visita dijimos que salvas al mundo concentrándote en tus propias lecciones de perdón, no en las de los  demás. La ley del perdón es ésta:

El miedo aprisiona el mundo. El perdón lo libera.

Sientes que el mundo es sólido porque el miedo lo aprisiona. A mí no me parece sólido porque yo he perdonado el mundo, por lo que su toque no es más sólido de lo que tus sueños son para ti por la noche. Sí, siento algo, pero sólo lo suficiente para funcionar mientras parezco estar aquí. Es muy suave. Por eso los clavos no hicieron daño a J cuando penetraron en su carne. Estando libre de culpa, su mente no podía sufrir, y algún día alcanzarás el estado en el que no podrás sufrir. Ése es el destino que te ofrece el Espíritu Santo cuando perdonas las fantasías episódicas de tu ego adicto al cuerpo.

El mensaje de la crucifixión ha sido interpretado por el mundo como un mensaje de sacrificio. Ésa no es la lección que J quiso ofrecer. Yo no lo entendí hasta que se nos apareció y habló de que su lección era de resurrección y no de crucifixión. Él dijo que no había muerte, y que el cuerpo no era nada. Algunos de nosotros, y más adelante la Iglesia, confundió su manera de morir, que no era importante, con una llamada a sacrificarse y sufrir por Dios. Eso fue incorrecto.

Ya hemos dicho que no es necesario que repitas el ejemplo de la crucifixión. Recordando esto, todo lo que tienes que hacer es comprender su verdadera lección y aplicarla, a través de tu actitud de perdón, a tu propio cuerpo y a las circunstancias de tu vida. Esto es parte de lo que dice J en la sección titulada < El mensaje de la Crucifixión >. Nunca encontrarás un ejemplo más impactante de lo que significa negarse a hacer concesiones respecto a la verdad.

En última instancia, sólo el cuerpo puede ser agredido. No cabe duda de que un cuerpo puede agredir a otro, y puede incluso destruirlo. Sin embargo, si la destrucción en sí  es imposible, cualquier cosa que pueda ser destruida no es real. Su destrucción, por tanto, no justifica tu ira. En la medida  en que creas que la justifica, estarás aceptando premisas falsas y enseñándoselas a otros. El mensaje de la crucifixión fue precisamente enseñar que no es necesario percibir ninguna forma de ataque en la persecución, pues no puedes ser perseguido. Si reaccionas con ira, tienes que estar equiparándote con lo destructible, y, por lo tanto, viéndote a ti mismo de forma demente.

Y sigue diciendo en la misma sección:

El mensaje de la crucifixión está perfectamente claro:

Enseña solamente amor, pues eso es lo que eres.

Si interpretas la crucifixión de cualquier otra forma, la estarás usando como un arma de ataque en vez de cómo la llamada de paz para la que se concibió.

Gary: Jesús, Pursah.

Pursah: No, yo fui Tomás.

Gary: Lo sé. Había leído anteriormente esa sección sobre la crucifixión, pero creo que no me había impactado tan de lleno. Voy a tener que pensar sobre todo esto,  y voy a tener que abandonar o esmerarme un poco más. No llego a emular realmente a J.

Pursah: Esa determinación es admirable, hermano mío.

Recuerda, J está buscando maestros, no mártires. Cuando era Tomás, no busqué mi muerte conscientemente, ni tampoco tuve mucho tiempo para pensar en ella cuando me ejecutaron en la India.

Gary: Tu vieja alma mártir.

Pursah: Lo sé. No te elegimos a lo loco. Eres más fuerte de lo que crees, y más sabio de lo que piensas. Hace falta sabiduría para elegir el Maestro correcto, y progresivamente vas adoptando el hábito de hacerlo. No te vendas por debajo de tu precio,  por usar uno de los términos que te son familiares en tus negocios; simplemente haz tu tarea. Perdona, y la consecuencia que seguirá, como la noche sigue al día, es que experimentarás que eres amor.

Quizá no ese mismo minuto,  pero esa comprensión estará cada vez más en tu conciencia. Ésta es una señal que te ayudará a recordar que tienes que perdonar, ¡y lo más difícil es recordarlo! Amas a J, verdad?

Gary: Sí.

Pursah: Bien, ¿qué pasaría si tratases a todas las personas con las que entraras en contacto cada día como si fueran él?  ¿Te ayudaría eso a recordar tus pensamientos de perdón?

Gary: ¡Sí!, creo que me ayudaría. Lo intentaré.

Pursah: ¿Qué otra cosa enseña el Curso aparte de que todos somos lo mismo y de que todos somos Cristo? Esa idea al menos te ayudará a pensar en la gente tal como deberías, y a recordar que si no están expresando amor es porque deben de estar pidiéndolo.

Ni siquiera eso impedirá que reacciones ocasionalmente ante la gente y las situaciones de manera crítica y enjuiciadora, porque el ego es muy astuto. Excepto en el caso de un <fuego lento >, cuando tienes una situación que te incomoda de manera continuada, la mayoría de las cosas molestas te ocurren repentinamente. Al ego le encantan las sorpresas desagradables, porque eso es lo que fue la separación. Cuando se presente en tu camino el próximo despertar rudo, ésta es otra indicación que te podría ayudar.

Cualquier tipo de molestia, desde una leve incomodidad hasta una explosión de ira, es una señal de aviso. Te dice que tu culpa oculta está surgiendo de los recesos de tu mente inconsciente y saliendo a la superficie. Piensa en esa molestia como la culpa que tiene que ser liberada perdonando el símbolo que asocias con ella. El ego está intentando hacerte ver que la culpa está fuera de ti proyectando su causa en una imagen ilusoria.

El sistema de pensamiento del ego está tratando de poner algo de distancia entre tú y la culpa, y cualquier objeto o persona propicios que pasen por allí son suficientes.

La proyección siempre sigue a la negación. La gente tiene que proyectar la culpa reprimida en otros, o perdonarla correctamente. Esas son las únicas dos opciones disponibles, por más complejo que pueda parecer el mundo. Si quieres superar al ego y dar la vuelta a la situación, tienes que mantenerte alerta a las señales de advertencia, como la incomodidad o la ira , y después dejar de reaccionar y empezar a perdonar. Así es como saldrás ganando.

Gary: Y recordar que sólo es un sueño.

Pursah: Eso es el trasfondo; la actitud prevaleciente. La gente no estará de acuerdo contigo en eso si ellos no están dispuestos a olvidar. La gente siempre se resiste a la verdad; el ego quiere que lo que él hace sea real. Perdona a los que creen que eres un retrasado por no adoptar ese sistema, y  aférrate  a tus principios. No lo olvides, el Curso no está diciendo que no puedas tener éxito en el mundo, pero sí dice que no deberías creer que eso sea verdad.

Tu verdadero éxito está en Dios, porque con Él nunca puedes salir perdiendo. No obstante, si te quedas en el planeta psicótico el tiempo suficiente, ¡finalmente tendrás que perder!.

Afortunadamente para ti, el Curso hace que tomes conciencia el hecho de que sólo era un sueño. El universo mismo y todo lo que contiene, incluyendo todos los ídolos que atesoras, fueron proyectados por ti desde otro nivel, y esto es tan cierto como que proyectas a este nivel. Tal como J te informa:

...Tú eliges los sueños que tienes, pues son la representación de tus deseos, aunque se perciban como si vinieran de afuera. Tus ídolos hacen lo que tú quieres,  y tienen el poder que se adjudicas. Y los persigues futilmente en el sueño porque deseas adueñarte de su poder.

No obstante, ¿dónde tienen lugar los sueños sino en una mente dormida¿Y acaso podría un sueño hacer que la imagen que proyecta fuera de sí mismo fuese real? Ahorra tiempo, hermano mío, aprendiendo para qué es el tiempo.

El propósito del tiempo es perdonar. Ésa es la única respuesta viable a la vida. Actúa de acuerdo con ella, hijo de Dios.

Gary: Entonces, siempre que me acuerde de perdonar, puedo seguir ocupándome de mis asuntos. Mientras me ocupo de cambiar el pensamiento del mundo, no tengo que descuidar mi vida personal y las cosas que quiero lograr. Sabiendo que estas cosas son ídolos, o sustitutos de Dios proyectados en el guión de un sueño, puedo perdonarlas simultáneamente.

Pursah: Lo has entendido. Tendrás preocupaciones corporales mientras parezca que estás aquí. El dinero no te comprará le felicidad, pero te comprará comida, abrigo, ropa, métodos de comunicación y muchas otra cosas que no son malas. Tampoco hay nada malo en triunfar en grande, pero, ¿por qué hacerlo real, especialmente ahora que sabes lo que en realidad está pasando?  ¡Saber la verdad es divertido! No tienes que tomártelo todo tan en serio. ¿Por qué sentir envidia de los que no saben la verdad? El presidente de Estados Unidos cree que realmente es el presidente.

Mientras siga aceptando el sueño, tendrá el poder de hacerle daño.

Gary: Dijiste que me darías ejemplos de la aplicación del perdón.

Pursah: Sí, te daré un ejemplo de mi última vida, aunque no diré exactamente en qué punto de tu futuro fue, y Arten te dará un ejemplo durante alguna otra visita. Principalmente queremos que seas tú quien nos dé ejemplos en esta vida. El tiempo se acaba; simplemente no puedes verlo. El camino hacia la experimentación de la verdad es perdonar lo que está frente a ti ahora.

Tienes que entender que si el Curso enseña que no hay jerarquía entre las ilusiones, y si un milagro es un cambio de percepción por medio del cual te trasladas al guión el Espíritu Santo,  entonces un milagro no es menos importante que otro.

En lo que llamarías mi última vida, porque es ahí donde experimenté mi iluminación, aprendí que era tan importante perdonar un resfriado como perdonar una agresión física, y tan importante perdonar un insulto sutil como la muerte de un ser querido. Si piensas que eso suena despiadado, te equivocas. Me dolió cuando mis padres murieron, y me dolió cuando murió mi marido. Sin embargo, lo que percibes como tragedia puede perdonarse tan rápidamente como estés dispuesto a reconocer que la separación de Dios no ocurrió nunca, de modo que sólo es un sueño y nadie es culpable, y eso te incluye a ti.

En ese ciclo de vida, fui una mujer que era ciudadana americana. Los milagros no conocen fronteras, y no importa de donde seas. Sólo lo menciono porque mis padres habían emigrado aquí desde el sur de Asia, lo que explica mi nombre. Yo era profesora de una prestigiosa universidad y lo disfrutaba enormemente. No tenía muchos amigos porque era más bien callada, pero era muy buena en lo que hacía. Me encantaba Un Curso de milagros, y me sentía agradecida de que J hubiera dado algo diseñado para personas muy inteligentes, para ayudarlas a alcanzar la iluminación en un mundo donde las ideas de toda naturaleza, incluyendo las espirituales, están orientadas a las masas.

Esto no es un menosprecio. Lo cierto es que en los siglos xxl y xxll Un Curso de Milagros no satisfará las necesidades espirituales de las masas, sólo de una pequeña minoría.

El Curso será entendido mucho mejor dentro de 500 años que en los dos próximos siglos. Sí, el público reconocerá que el Curso es la Voz de J pronunciando las palabras de Dios antes que eso pero hacer que satisfaga las necesidades ritualistas del público es una cuestión totalmente diferente. La cristiandad no tiene nada que temer del Curso. Todas las grandes religiones del mundo seguirán estando aquí dentro de mil años.

Durante mi última vida practiqué el Curso durante 41 años, desde la edad de 43 hasta mi transición a los 84. No obstante, mi iluminación, o resurrección, llegó once años antes de que dejara el cuerpo a un lado. No puedo decirte lo permanentemente dichosos que fueron esos últimos 11 años, cuando el tiempo dejó de ser relevante, y lo maravilloso que es que tu realidad permanezca eternamente así. Esto fue el resultado de practicar el perdón como un hábito casi constante durante muchos años seguidos. Se ha dicho que la vida sólo es una cosa tras otra. La vida con el Curso también debería ser tan sólo una cosa tras otra, sólo que cuando una cosa demanda perdón, la perdonas. Una vez más, no tienes que tratar de ser amoroso. Si perdonas, el amor se revela de manera natural, porque amor es lo que eres.

Gary: Cuarenta y un años parece un tiempo terriblemente largo para estudiar el Curso.

Pursah: Lo estás mirando desde el lado equivocado. ¡Yo hubiera vivido esos 41 años de todos modos! ¿Cómo preferirías pasar la segunda mitad de tu vida, en un estado de paz o en un estado no muy pacífico?

Gary: Eso tiene sentido.

Pursah: A los 50 ya había sido profesora durante 18 años en esa prestigiosa universidad donde un estudiante varón había suspendido uno de mis cursos. Este joven, que estaba mentalmente desequilibrado y temía la reacción de su familia ante sus malas calificaciones, vino a mi despacho y me dijo que le cambiara la nota, y que de no hacerlo me acusaría de haberle pedido que tuviera relaciones sexuales conmigo a cambio de ponerle una buena nota. Añadió que, a menos que le aprobara, le diría a todo el mundo que había rechazado mi proposición sexual y que yo le había suspendido por ese motivo.

Aunque yo disponía de todas las pruebas---sus trabajos y exámenes---que necesitaba pata justificar el suspenso, este hombre enfermo pero convincente lo dijo en público. No tuvo problemas para encontrar un reportero que estaba tratando de adquirir notoriedad profesional. La historia se repitió en todos los medios. Entonces otros dos alumnos que tenían malas notas, uno de ellos mujer, empezaron a decir cosas similares.

La percepción del público y las matrículas son muy importantes para ciertas universidades. A pesar de mi inocencia y mi grado de escalafón, se encontró un truco legal para forzar mi expulsión, destrozando mi carrera docente.

No podía creerlo. Durante algún tiempo me sentí devastada. Parecía que toda la comunidad académica me había abandonado. La verdad no importaba. Décadas de estudio y trabajo se fueron a pique. Aunque yo no había hecho nada malo, habían acabado conmigo. Nunca conseguiría otro trabajo en esa vida que fuera tan prestigioso o tuviera una paga tan alta.

Por suerte, y con perseverancia, acabé encontrando otro trabajo satisfactorio, y terminé mi carrera profesional sintiendo que había  hecho algún tipo de contribución. No hace falta añadir que lo que aquel joven y otras personas me hicieron fue una de las lecciones de perdón más importantes de mi última vida. Yo me había establecido un estilo de vida y ellos me lo quitaron.

Gary: Qué mal golpe. ¿Cómo lo abordaste?

Pursah: Incluso con un < fuego lento> ---o una serie de imágenes relacionadas y progresivas---no lo haces de ninguna manera diferente. Sigues abordando una imagen cada vez. Por suerte para mí, tenía el Curso, y lo comprendía muy bien cuando todo esto empezó, por lo que eso de sentirme destrozada no duró mucho tiempo. Ésa es una de las mejores cosas de Un Curso de Milagros. Aunque te sorprenda algo grande y te duela, si estás dispuesto a perdonar, el dolor no dura casi nada en comparación. ¡Sólo por eso merecería la pena hacer el Curso!

Si sabes que es tu sueño, entonces hay una parte de ti que es consciente de que en realidad no existe algo como la injusticia. Tú te lo has inventado todo, y tienes lo que por alguna razón deseabas. Lograste mantener tu individualidad y proyectar la culpabilidad que te producía en otra persona, todo al mismo tiempo. ¡Qué conveniente! Yo sabía que la cosa no va así.

Cuando digo que fue un <fuego lento>, sí, yo tenía una serie de penas que perdonar, porque habían pasado muchas cosas una detrás de otra; pero pude perdonarlas, una después de otra.

Ves, ya estaba iniciada en el hábito de recordar que era mi sueño, y que las figuras del sueño estaban actuando para mí. Había estado practicando durante 7 años, y tenía la convicción de que aquellas personas en realidad no existían, y tampoco existía su  abandono, las razones para que yo sintiera vergüenza, o la aparente injusticia de toda aquella situación. En cuanto recordé eso, la conclusión lógica  es que esas personas en realidad no eran culpables. Si no existían, ¿dónde podía estar la culpa sino en mi misma? Pero si la separación de Dios nunca había ocurrido, entonces yo tampoco era culpable.

Fue duro, pero fui capaz de perdonar cualquier situación o persona que estuviera en mis pensamientos o delante de mí, y de perdonarme a mi misma al mismo tiempo. Entonces, en lugar de ver culpable a la otra persona, podía vernos a ambas inocentes. ¿Cómo podían ser culpables si es un sueño que yo he fabricado, y ellas son un símbolo de lo que está en mi inconsciente? Cuando realmente entiendes que ahí fuera no hay nadie más que Cristo, entonces puedes dar a la otra persona el regalo del perdón y la inocencia. Entonces, como enseña el Curso, así es como pensarás  de ti mismo:

Dar este regalo es la manera de hacerlo vuestro.

Entonces, después de perdonar, confié en J, pues sabía que también es el Espíritu Santo. Traté de recordar que en realidad no importaba si podía ver resultados o no. Si trabajas con J o con el Espíritu Santo y practicas el perdón, siempre produces algún impacto. Como dice el Curso en los primeros 50 principios de los milagros:

Un milagro nunca se pierde. Puede afectar a mucha gente que ni siquiera conoces, y producir cambios inimaginables en situaciones de las que ni siquiera eres consciente.

Gary: ¿Te refieres a algo así como a donde Arten está ahora mismo?

Pursah: Sí; el milagro no sólo tiene efectos en tu dimensión del tiempo, sino que también afecta a otros lugares y tiempos, incluyendo tus vidas pasadas y futuras.

Gary: Eso es genial. Me has dado los elementos más interesantes, pero tengo la sensación de que no es tan fácil como me lo estás poniendo.

Pursah: Oh, es sencillo, Gary, pero nunca dije que fuera fácil. De hecho, dije que era difícil, y lo más duro es acordarte de hacerlo cuando estás en medio de una situación. A veces te parecerá imposible, pero no lo es. Es factible, y realmente vale la pena. El ejemplo que te acabo de dar tuvo que ser perdonado en un periodo de meses. A veces seguía pensando en ello años después, y algunas partes tenían que volver a ser perdonadas. Así son las cosas con las lecciones de perdón más duras de la vida. Al mismo tiempo, aprendes que es igualmente importante perdonar las cosas aparentemente pequeñas a medida que vas avanzando. Finalmente empiezas a comprender que en realidad todas son lo mismo.

Cuanto más practicas, más habilidad adquieres, y a veces te parecerá  más fácil. La clave reside en seguir haciéndolo y no rendirse.

Ahora te voy a dar una buena noticia y otra mala. ¿Cuál prefieres primero?

Gary: Me vendría bien alguna buena noticia. Ya sabes lo positivo que soy.

Pursah: De acuerdo. En este nivel, cuando el Curso pregunta: ¿Por qué esperar al Cielo?  se refiere a que puedes experimentar la paz de Dios ahora. Hemos dicho que, tal como enseña el Curso, unirte al Espíritu Santo y usar tu mente correcta es la contraparte perceptual de crear en el Reino. No tienes que esperar para sentirte bien. Cuando elijas el instante santo, tendrás muchos momentos de paz. Hacen falta muchas experiencias de este tipo para producir el último instante santo de la iluminación.

De modo que ahora las malas nuevas. En realidad no son tan malas. Si te dijera que te costará algún tiempo llegar a estar completamente iluminado te sentirías decepcionado, ¿no es así?

Gary: Claro que sí.

Pursah: No te voy a decir cuánto tiempo te llevará exactamente, al menos no te lo diré hoy. Déjame que te plantee una pregunta muy seria. ¿Cómo de iluminado estarás dentro de x años si no practicas el perdón del Espíritu Santo?

Gary: Veo a qué te refieres. Si hay que elegir entre iluminarse mucho antes y no iluminarse mucho antes, la elección es obvia.

Pursah: Muy bien. Un estudiante brillante e intemporal. Ahora bien, cuando te dijimos que te visitaríamos a lo largo de 9 años, preguntaste si estabas en la clase de los lentos.

Gary: Ya me acuerdo.

Pursah: Te dijimos que no. El Curso es un proceso. Es así para todos, a menos que seas un genio espiritual que prácticamente ya está iluminado, y sólo hay unos 20 así en el mundo. La mala noticia es que, para todos los demás, incluyéndote a ti, éste es un proceso que exige tiempo y trabajo.

Por eso hemos resaltado que es una vía espiritual que dura toda la vida. Hay muchas recompensas a lo largo del camino,  algunas de ellas muy hermosas y completamente inesperadas.

Pero ocurren en el seno de un proceso difícil. En el Manual para el Maestro, el Curso habla de un periodo de inquietud:

Ahora tiene que alcanzar un estado que puede permanecer fuera de su alcance por mucho, mucho tiempo. Tiene que aprender a dejar de lado todo juicio, y a preguntarse en toda circunstancia  qué es lo que realmente quiere.

Solo después de eso puedes alcanzar lo que el Curso llama <periodo de realización> , que es < el estado de verdadera paz>.

Gary: Una pregunta rápida antes de que me olvide. Una de las cosas que más me molesta no es juzgar a los demás, sino que ellos me juzguen a mi.

Pursah: Ah, pero ves, Gary, el juicio que emiten sobre ti es en realidad tu propio juicio  respecto a ti mismo que estás viendo fuera de ti. Ellos ni siquiera están allí. Sigues olvidando eso. Sí, parece que están realmente allí  y que su juicio  está fuera de ti, pero no lo está. Cuando perdonas al otro, es realidad estás perdonando lo que está en tu propia mente. Su petición de amor realmente es tu petición de amor.

Gary: ¿Siempre tengo que formular estos pensamientos de perdón con  precisión?

Pursah: No.

Gary: ¿no tengo que articular bien las palabras mentalmente?

Pursah: No. No hace falta que tengas todos los detalles bien. Cuando comprendas verdaderamente esto---que es por lo que esperamos que continúes y profundices en los estudios---se convertirá en una parte permanente de ti. Si este tipo de pensamientos llegan a dominar tu mente, eso sólo puede significar que el Espíritu Santo está tomando el control.

Piensa que estas señales están destinadas a ahorrarte tiempo y hacerte tan eficaz como sea posible. Lo cierto es que, cuando piensas cualquiera de los pensamientos de los que te he hablado hoy, significa que has elegido a J o al Espíritu Santo como Maestro, y eso es el instante santo. Cuando te acuerdas de hacer eso y de perdonar---en sentido cuántico más que newtoniano---y es que tus hermanos y hermanas son tan inocentes como tú, eso es el milagro. Y cuando en lugar de elegir las relaciones especiales del ego te juntas con tus hermanos y hermanas como uno en Cristo, ésa es la relación santa.

Si empleas el sistema de pensamiento del Curso, no puedes fallar. El Espíritu Santo conoce cuáles son tus intenciones aunque no sepas deletrearlo muy bien. Pero tienes que tener esas ideas en tu mente para que se vuelvan dominantes. Usa las ideas de las que te he hablado hoy y lo conseguirás.

Teniendo esto en mente---y para resumir---lo que sigue es un ejemplo de un proceso mental de perdón. Recuerda que es conveniente estar alerta a las sorpresas del ego. Hace falta una mente afilada para hacer lo que dice el Curso y estar atento únicamente a Dios y su Reino. Como te informa el Curso:

Los milagros surgen de un estado mental milagroso, o de un estado de estar listo para ellos.

En este proceso de pensamiento, tú y tú eres pueden aplicarse a cualquier persona, situación o evento. Está bien improvisar siempre que se mantenga las ideas básicas. Asimismo, por favor, ten en cuenta que el Espíritu Santo se acordará de retirar la culpa inconsciente de tu mente y realizará Su curación del universo cuando tú perdones, independientemente  de si te acuerdas de pedírselo. Ése es su trabajo, y lo hace muy bien. Tú tienes que acordarte de hacer tu trabajo, si no inmediatamente, al menos más adelante. Si te olvidas completamente, entonces puedes confiar en que el guión del ego acabará dándote otra oportunidad igualmente útil.

El Verdadero Perdón

                                 Un ejemplo del proceso de pensamiento

En realidad tú no estás allí. Si pienso que eres culpable o que eres la cusa del problema, y si yo te he fabricado, entonces la culpa imaginaria y el miedo deben de estar en mí. Como la separación de Dios no ocurrió nunca, yo nos perdono a los <dos> por lo que en realidad no hemos hecho. Ahora sólo hay inocencia, y me uno en paz con el Espíritu Santo.

Por favor, siéntete libre de usar estos ejemplos del proceso mental de perdón tanto como desees a fin de adquirir el hábito de perdonar.

Gary: Eso me gusta. Ahora lo único que tengo que hacer es acordarme de pensar así cuando la batalla esté rugiendo.

Pursah: Relájate, Gary;  la guerra termina en cuanto recuerdas la verdad. Ahora voy a despegar, pero sé que me perdonarás. De hecho, J dice en su Curso que sabe  que acabarás escuchándole y practicando el verdadero perdón.

Y de esta manera, todo vestigio del infierno, así como los pecados secretos y odios ocultos, desaparecerán. Y toda la hermosura que ocultaban aparecerá ante nuestros ojos cual prados celestiales, que nos elevarán más allá de los tortuosos senderos por los que viajábamos antes de que apareciese el Cristo.

En las semanas que siguieron a este extraordinario encuentro didáctico con Pursah, noté una reacción cada vez más negativa hacia un miembro de mi grupo de estudio. Aquel sujeto, que yo consideraba un amigo, hablaba en voz muy alta y agresiva, y solía consumir la mayor parte del tiempo que pasábamos hablando del Curso en nuestros encuentros.

Su conocimiento del Curso era impresionante; no sé si he conocido nunca a alguien que no fuera declaradamente un maestro del Curso que supiera más que él. El problema era que usaba su conocimiento técnico del Curso para darse la razón a sí mismo y demostrar que los demás estaban equivocados, en lugar de usarlo para perdonar.

Ésta es una trampa que le ego puede usar para atrapar a cualquier estudiante inteligente del Curso, produciendo así una actitud que expresa: <Mírame> ¡Sé tanto más que tú que debo de estar muy iluminado!

La conducta de mi amigo en el grupo me llevó a tomar conciencia de que no se trata de saber mucho; lo importante es lo que uno hace con lo que sabe. Evidentemente, el simple hecho de saber perdonar no me llevaría a casa si no perdonara realmente. ¿Y quién podría proporcionarme una oportunidad mejor de aplicar mi nuevo conocimiento que mi amigo, cuyo abrasivo estilo de enseñanza consumía tanto tiempo en nuestras reuniones?

¿Qué podían ser sus altisonantes pronunciamientos sino una petición de amor?  ¿Y qué mejor modo de experimentar el amor que retirar los obstáculos del camino por medio del perdón? Consideré la posibilidad de que Pursah y el Curso tuvieran razón; a medida que observaba y escuchaba a mi amigo en nuestras reuniones, intenté comprender que mi amigo no estaba realmente allí.

Yo sólo estaba soñando, y él era una figura que yo había inventado para poder identificarle como el problema que causaba  mi falta de paz ( mi enfado hacia él ). En el guión de mi ego, él era el culpable, no yo;  pero ahora podía cambiar mi manera de pensar. En realidad no importaba si entraba en contacto con la forma de mi propia culpabilidad que él simbolizaba  para mí. Lo único que importaba era que yo le perdonara. El Espíritu Santo se ocuparía de los detalles.

Sin separación, este hombre no podía existir aparte de mí, y, si nuestra separación de Dios era ilusoria, ninguno de los dos podíamos existir como individuos. Lo que estaba viendo en realidad no estaba allí. Ahora podía percibir inocencia, o verdadera percepción, manteniendo la actitud de que él  estaba totalmente libre de culpa. Podía perdonarle por lo que en realidad no estaba ocurriendo. Según esta visión, mis propio pecados de los que me acusaba encubiertamente también me eran perdonados.

Liberé a mi hermano en paz al Espíritu Santo, y así yo también fui liberado.

Sabía que este episodio sólo era un paso; a lo largo del camino que tenía por delante, sin duda habría ocasiones en las que me resistiría a perdonar a muchas personas <difíciles> y circunstancias desagradables. Todos los milagros eran iguales para el Espíritu Santo, pero definitivamente no para el ego.

No siempre querría ver lo que mi ego había proyectado en otros. Notar esta resistencia era una parte esencial del trabajo del Curso.

De hecho, perdonarme a mí mismo cuando no hacía muy bien el Curso era una parte importante del proceso.

Mi ego no podía ser perdonado y deshecho sin mirarlo previamente, ¿Y donde se demostraba esto de manera más dramática que en el deseo de no perdonar?, Cierto, tenía resistencias, pero también persistencia. A veces me llevaba un segundo, un minuto, media hora o un día,  pero cuando sentía el filo del juicio surgiendo en mi interior, dispuesto a condenar algo o a alguien que parecía estar fuera de mí, siempre cambiaba de manera de pensar, perdonaba y recordaba Quiénes eran en realidad mis hermanos y hermanas. Entonces, como consecuencia lógica, recordaba Quién era yo.

Tal vez sea así como una vida ordinaria puede convertirse en una gran vida sin que el mundo llegue a saberlo nunca. Porque,  cuando practicaba el verdadero perdón, en realidad no me importaba lo que el mundo creyera que yo sabía.

Continuará…

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