25 de mayo de 2008

CUAN DIFÍCIL ES ACEPTAR EL CONTRATO

Otra vez es domingo a la mañana. Son las cinco menos diez, estaba profundamente dormida cuando escucho dos veces el timbre de la calle. Demás está decir que parece que lo escuché realmente, pero como ya me pasó una vez, por las dudas me conecto por si es un llamado de ustedes. Quedo esperando, con sueño, asustada – asustada en realidad no, pero desconcertada – aquí estoy, aún así con todo mi amor de siempre. . .
Por favor si es alguien de la luz que se manifieste. . . Vale, esto demuestra que la designación que se me dió de estar disponible las 24 horas del día, la trato de cumplir. . . Ya sé, se me viene a la mente el nombre del Arcángel Miguel, porque la vez pasada fue él el que usó este sistema para llamarme. . . Por favor si es alguien de la Luz que se manifieste, porque si no apago el grabador y me voy a dormir. . . Apago.
Cuánto nos cuesta aceptar aquello a lo que nos hemos comprometido. No puedo evitar que mi mente ande trabajando, sé que no es tan fácil volver a conciliar el sueño y se me ocurre que todos estamos aprendiendo, en un momento u otro se nos menciona que antes de nacer establecemos hasta contratos, para cumplir con una cierta misión, con una cierta cantidad de experiencias en esta vida.
Parece que en ese momento lo hacemos plenamente conscientes de lo que ello representa, pero lo que pasa es que cuando venimos al planeta, cuando encarnamos, cuando nacemos, pasamos por el canal de parto, se nos pone como un velo, y olvidamos todo lo anterior. Olvidamos que hemos elegido los padres, olvidamos que hemos elegido la raza, el país, las circunstancias en las que vamos a nacer, porque ello representa todo el aprendizaje que queremos abarcar en esta etapa de vida.
Muchas vidas ocurren en la opulencia, en el bienestar y sin embargo los que la viven no son felices, porque algo les falta. Les falta ese conocimiento interior que ellos han venido a esta encarnación para disfrutar la vida, para gozarla con alegría, para vivir cada instante bendiciendo, porque evidentemente se hicieron merecedores a ello en etapas anteriores de vida.
Otros seres nacen a la vida en la mayor penuria, en sufrimientos, en infinidad de trabas y problemas y cuestiones, y muchas veces enfermedades o deformaciones. Ese ser, esa persona también se cuestiona, “¿Por qué está pasando todo esto?”, ¿qué es lo que hace que ella sea la “víctima”, la víctima de las circunstancias, la víctima de la vida, la víctima de todas las cosas que le pasan.
Ese ser tampoco se acuerda que antes de nacer ha establecido todo ese sufrimiento, todas esas penurias, porque con ello quiere cancelar y rectificar formas de proceder de vidas anteriores. Con ese nacimiento quiere pasar por experiencias que le hacen falta a su alma para evolucionar y seguir adelante.
Todo eso no es una cosa nueva para mí, pero la relación que me nace en este momento es que, cuando empecé a canalizar y me enteré que iba a ser canal las 24 horas para todos los Seres de Luz, estuve más que feliz y contenta. Debe ser que yo lo pacté en vidas pasadas pero tampoco me acuerdo.
Ahora en este momento me surge cuán difícil es cumplir con ello, con alegría. Pasé una noche mala, finalmente a la madrugada quedé profundamente dormida y me despiertan esos timbrazos de la puerta de calle. Yo, por supuesto, no prendí enseguida la luz, esperé un momento para ver la hora que era, sin acordarme que día de la semana era, creyendo que alguien me llamaba, pero no, no había nadie. Puede ser, porque esos muchachos que tocan los timbres así se van escapando, puede ser.
Ahora es raro que esta sea la segunda vez que me pasa algo así y también el otro mediodía me he despertado así, por un tipo de campanas que escuché en la cabeza. Así que realmente no puedo asegurar a ciencia cierta si fue el timbre de la calle o si fue un timbre interno el que me despertó, el que me hizo levantar para ver si había un Maestro que quería transmitir un mensaje, y como eso no fue, cuando me quise volver a acostar, empezó mi mente a trabajar.
Empezó mi mente a analizar la similitud, en cierto sentido, que hay con ese compromiso que he contraído. O sea, tengo que aceptar que estuve y estoy dispuesta a que me llamen en cualquier instante, durante las 24 horas.
Eso quiere decir que no debo renegar, no debo protestar, debo aceptarlo como algo a lo que yo me he comprometido para hacerlo. Algo que he querido experimentar. Entonces, cada vez que experimento algo, tengo que agradecerle a mi Espíritu, a mi Alma, el nuevo aprendizaje que eso me brinda.
Ahora, para mí el aprendizaje es ver la similitud que esto tiene, lógicamente en un grado muy pequeño, pero sí, con el compromiso que traemos desde antes de nacer y ese compromiso en muchos casos es muy, muy difícil de cumplir.
Considerando todo esto, yo creo que la única y la mejor forma de encarar las cosas y de superarlas y de seguir adelante, es bendiciendo cada paso que damos, aunque sea un paso doloroso, aunque sea un paso difícil el que estamos dando para poder evolucionar. Lo estamos dando para darnos cuenta cada vez más y más de lo que venimos a hacer. Que estamos cumpliendo con algo que nosotros nos hemos propuesto hacer, nadie nos obliga a ello, solo nosotros mismos, nuestra Alma, la que nos brinda las oportunidades.
Es difícil, lo sé. Muchas veces en mi vida he tenido que enfrentar estas situaciones, y la mayor parte de ellas, sin saber de lo que se trata. Esta apertura, este conocimiento recién me está llegando en los últimos años, pero espero estarlo aprendiendo y espero que al compartir esta vivencia, este aprendizaje, pueda ayudar a algunos a enfocar y a encarar el suyo.
No considero que haya algo más que decir. Me despido con todo mi amor, como siempre, ALEXIIS.

No hay comentarios: